"El tiempo en sí es algo que tú elegiste. Si quieres recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo." - V. La negación de Dios: Un Curso de Milagros.

Los santos y el viaje en el tiempo


"En el instante santo no ocurre nada que no haya estado ahí siempre. Lo único que sucede es que se descorre el velo que cubría la realidad. Nada ha cambiado. Sin embargo, cuando se descorre el velo del tiempo, la conciencia de inmutabilidad aflora de inmediato."


Tan solo un ejemplo, entre tantos otros de incontables tradiciones de todo el planeta:
descargaEl Abad Virilafue un monje nacido en Tiermas (Zaragoza) cerca del monasterio de San Salvador de Leyre, del que llegó a ser abad, allá por el año de 870. Su figura histórica está documentada en el libro gótico de San Juan de la Peña.

La leyenda cuenta que el Abad era un hombre muy preocupado por entender el misterio de la eternidad. Intentaba comprender cómo era posible vivir eternamente sin llegar a aburrirse y, por lo tanto, dejar de ser feliz. En aras de comprender dicho misterio, Virila pedía a Dios en sus oraciones que le diera la clave de su comprensión, la ayuda necesaria para poder desvelar la preocupación. Una mañana se encontraba el abad paseando por los alrededores del monasterio, llegó a una fuente y se dispuso a descansar. En aquel mismo momento el canto de un ruiseñor lo dejó ensimismado y allí quedó, tumbado hasta que se durmió. Cuando despertó era tarde y se dispuso a desandar el camino de vuelta al monasterio. Pronto se daría cuenta que la zona que le rodeaba era diferente a la de la mañana. Es más, según se iba acercando al monasterio, se iba dando cuenta que el edificio era diferente. Lo veía más grande, envejecido, con una mayor iglesia y con nuevas dependencias que antes no estaban. Cuando finalmente llegó a la puerta del monasterio, el hermano que le abrió, le impidió el paso puesto que no conocía al que debía ser su abad. Virila tampoco reconoció al monje. Ni siquiera al decirle su nombre, el monje de la puerta le dejó entrar. Pero tanto insistió que al final le dejaron pasar. Una vez dentro, se fue integrando en la vida monástica sin entender cómo era posible que todos los monjes de Leyre le fueran desconocidos, y los mismos no le reconocieran a él. Pasado el tiempo un monje recordó algo sobre un Abad que salió a pasear y nunca volvió, así que se puso a curiosear en los antiguos libros de historia de la congregación y cuál fue su asombro cuando descubrió que hacía más de 300 años había existido un abad llamado Virila y como había recordado, había desaparecido en el bosque. Hecha la revelación cuando todos estaban reunidos en la sala capitular, se abrió la bóveda de la misma y una voz se dirigió a Virila diciéndole: “sí tan pronto te pasaron los trescientos años escuchando el canto de un ruiseñor, imagina cómo pasará el tiempo en compañía del Altísimo”. De esta forma Virila comprendió el misterio de la eternidad.
La leyenda, muy usual en todo el Camino de Santiago, va tomando personaje principal en cada lugar. En Leyre le correspondió a Virila, o Viril, que fue abad en el siglo X. Hay base documental del año 928 donde nombran al abad Virila. En tiempo de Sancho el Mayor ya se le daba culto a este santo local tal y como se acredita en varios documentos en que lo asocian a las Santas Mártires Nunilo y Alodia. Los cistercienses incluyeron a Virila entre los santos formales y se conservan sus reliquias hasta la actualidad. Se ha ubicado en la sierra que rodea el monasterio una fuente con su nombre.



"Es posible aprender este curso inmediatamente, a no ser que creas que lo que Dios dispone requiere tiempo. Y esto sólo puede significar que prefieres seguir demorando reconocer el hecho de que lo que Su Voluntad dispone ya se ha cumplido. El instante santo es este mismo instante y cada instante. El que deseas que sea santo, lo es. El que no deseas que lo sea, lo desperdicias. En tus manos está decidir qué instante ha de ser santo. No demores esta decisión. pues más allá del pasado y del futuro, donde no podrías encontrar el instante santo, éste espera ansiosamente tu aceptación. Sin embargo, no puedes tener una conciencia feliz de él mientras no lo desees, pues encierra dentro de si la liberación total de la pequeñez."